
Durante la práctica de asanas, hay que ver cuánto penetran la mente y la inteligencia hacia el interior. Hay que absorber eso desde el principio. La profundidad del cuerpo es muy difícil de medir, y sabemos muy poco sobre el cuerpo.
Cuando se sigue practicando, se va sintiendo el cuerpo interior más y más. Si la penetración es mayor, entonces se siente más el cuerpo interior. A medida que aumenta la penetración, se sensibiliza la nueva capa interna, la cual se abre y, entonces, la práctica comienza desde el cuerpo interior.
El cuerpo exterior sigue los dictados del cuerpo interior cuando se está practicando. Si el cuerpo interior está quieto, entonces, las articulaciones no escuchan. Naturalmente, la acción desde el cuerpo es periférica. Se necesita paciencia para ver lo lejos que penetra la inteligencia en cada asana. Hay que buscar recovecos y esquinas del cuerpo externo e interno. Desde la piel hay que moverse hacia el hueso, tanto dentro como fuera, atrás o delante y por todos los lados. Este es un tipo de refinamiento.
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