
El conocimiento en el yoga no se adquiere de manera lineal, como en un sistema educativo tradicional, sino que se va revelando en capas a medida que el practicante madura en su experiencia. Cada enseñanza, postura o principio filosófico tiene múltiples niveles de comprensión, que van desde lo más tangible hasta lo más sutil.
1. Nivel físico: La comprensión inicial
Cuando un estudiante toma un taller por primera vez, generalmente lo hace desde una perspectiva más física o técnica. En este nivel, la mente busca entender cómo hacer una postura correctamente, qué músculos se activan, cómo alinear el cuerpo y qué ajustes hacer. Es una fase en la que se trabaja la precisión y la familiarización con el cuerpo.
Ejemplo:
En un taller de Yoga Iyengar, un estudiante puede aprender a usar los soportes para alinear mejor Trikonasana. En esta fase, su atención está en recordar las instrucciones y en reproducirlas correctamente en su práctica.
2. Nivel mental y energético: La interiorización
A medida que la práctica avanza, el mismo conocimiento comienza a experimentarse de manera más profunda. Ya no se trata solo de la ejecución técnica, sino de sentir la postura desde adentro. Aquí entran en juego aspectos como la respiración, la estabilidad mental y la conexión energética.
Ejemplo:
Después de practicar Trikonasana durante varios meses o años, el practicante ya no necesita pensar tanto en los detalles técnicos. Ahora su foco puede estar en la expansión del cuerpo, la distribución del peso y la conexión con la respiración.
3. Nivel filosófico y espiritual: La integración
Con el tiempo, el yoga deja de ser solo una práctica física y se convierte en una forma de vida. Se empieza a entender cómo las enseñanzas se conectan con aspectos más sutiles de la existencia: el control de la mente, la ecuanimidad, la observación de los propios patrones de pensamiento y la relación con el entorno.
Ejemplo:
Un estudiante puede darse cuenta de que la estabilidad que siente en Trikonasana refleja su capacidad de mantenerse firme en situaciones desafiantes de la vida. La postura deja de ser solo un ejercicio y se convierte en una metáfora de su crecimiento personal.
El desafío de absorber el conocimiento en capas
Cuando se toman muchos talleres seguidos, es posible que el aprendizaje se quede solo en la capa más superficial (la información técnica) sin llegar a los niveles más profundos. Para evitar esto, es importante:
Repetir lo aprendido en la práctica personal.
Reflexionar sobre cómo cada enseñanza resuena en la vida cotidiana.
Darse tiempo para que las capas más profundas del conocimiento se revelen de manera natural.
Así, el aprendizaje no se vuelve una acumulación de información, sino un proceso de transformación real.
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